sábado, 29 de noviembre de 2014

Un comienzo de curso interesante

Bueno, aqui estoy de nuevo con la intención de contar un poco más sobre mis experiencias.

Es curioso pero siempre escribo durante la noche, quizás por la tranquilidad que se respira en mi habitación, o porque, en ciertas ocasiones, la soledad inspira. Pero dejando a un lado las cuestiones irrelevantes, hoy quería venir a contar cómo he comenzado este nuevo curso. No me refiero a un nuevo curso académico (aunque también es una parte importante en la historia), sino al comienzo del curso con respecto a mi acercamiento al hospital.

Desde que empezó el mes de septiembre he estado asistiendo a un taller en el hospital de salud mental de mi ciudad para tratar mi enfermedad: la anorexia nerviosa restrictiva.
Para quien no sepa en qué consiste esta rama de la anorexia, aqui dejo un pequeño resumen:


 "Anorexia de carácter restrictivo: En ella la pérdida de peso se da a través de una dieta y un ejercicio intenso. Aquí no es que no coman o se provoquen el vómito, eso no existe sino que su dieta es demasiado fuerte (llegando a veces a comer sólo una galleta al día) y a un ejercicio extremo durante todo el día."

Dicho esto, quiero continuar diciendo que el taller al que asisto está siendo de gran ayuda. Conozco a chicas que entienden mis problemas y realizamos actividades agradables que consiguen que, al menos durante tres horas a la semana, esa vocecilla de mi cabeza que me dice que soy un ser despreciable se mantenga en silencio.


Por este motivo te animo a ti, lector o lectora, a que pidas ayuda si te encuentras en mi situación. Debemos confiar en la buena voluntad de psicólogos y enfermeros que están para ayudarnos a conseguir ser felices y olvidar esta obsesión insana con la comida.
No estoy diciendo que todo vaya a ser muy fácil; más bien puedo AFIRMAR que será difícil... Pero también afirmo que, al final, va a merecer la pena.

Piensa en todo lo que te estas perdiendo por no querer salir de casa... Por sentirte inferior a todos tus amigos o compañeros. ¿De verdad es agradable vivir así? No, no lo es. Apuesto a que estas cansado de estar siempre así.
No necesitas tener un Trastorno de la Conducta Alimentaria para recurrir a la ayuda de los psicólogos.

Por una vez... Por una única vez en tu vida, piensa primero en ti; en tu felicidad. Trata de darle un sentido a tu vida y piensa que no importa lo malo que pase porque, como se suele decir, todo tiene solución, excepto la muerte

Y acabo hoy esta entrada deseando mucho ánimo a quien quiera seguir mi humilde consejo, porque debe saber que el paso que va a dar le hace valiente y debería sentirse orgulloso de ello.









jueves, 14 de agosto de 2014

Y siete meses después, aquí estoy...

Bueno, no sé si hay aún alguien que me lee, pero por si acaso, hola.

Soy Roxanne y este es mi blog sobre la anorexia, una enfermedad que padezco desde hace varios años, pero que me fue diagnosticada hace unos pocos meses, cuando mi salud se vio en un grave peligro.

Hoy he decidido volver a activar tanto este blog como mis cuentas de Ask y Twitter; ¿por qué? Supongo que porque me di cuenta de que podría compartir lo que ha sido mi vida en estos siete meses y lo que será a partir de ahora, y, tal vez, mi experiencia pueda ayudar a alguien o servir de ejemplo.
Pero eso es algo que voy a dejarte juzgar a ti, lector o lectora...

En fin, ¿por dónde podría comenzar?

Creo que empezaré relatando cómo llegaron mis padres a darse cuenta de que su hija mayor estaba terriblemente enferma. Creo que es un comienzo apropiado, y no me llevará demasiado tiempo.

Recuerdo que aún estabamos en el curso escolar y que me había puesto muy enferma. Estuve varios días sin ir a clase y, debido a mi dolor de estómago, sólo me alimentaba de un vaso de caldo de pollo (unas 60 calorías) y un poco de fiambre al día. Todo comida muy ligera, eso está claro... Pero para alguien como yo, el poder reducir las comidas al mínimo fue algo adictivo y, por supuesto, ansiaba poder dejar atras más alimentos.
Hasta que llegué al extremo de no querer llevarme nada a la boca. Dos días. Estuve dos días a base de agua y, sinceramente, yo me sentía muy feliz... Me sentía fuerte (no fisicamente, por supuesto) y guapa. Dios, sobre todo eso.
Pero los problemas no tardaron en aparecer, como era de esperar.
Antes si quería saltarme una comida, tenía que idear mil trucos para aparentar que comía, aunque realente no fuera así; pero en esta ocasión todos a mi alrededor eran conscientes de que yo no estaba comiendo nada, lo cual llevó a decenas de peleas con mis padres para tratar de hacerme comer.

Lo  que yo no sabía era que ahora mi cabeza rechazaba la comida por completo. No podría ni pensar en sentarme a la mesa, porque me daban ataques de ansiedad tremendamente fuertes. Era muy desagradable...

Pero ¿sabeis que fue lo peor..?

Mi madre.

Es imposible que todos nos llevemos bien con nuestros parientes. Quizás tú, que me lees ahora, no te lleves bien con tu madre, o tu padre, o quien te cuide... Pero yo... yo quiero a mi madre más que a nada en este mundo, y verla sufrir de esa forma por mi culpa hacía que la felicidad que experimentaba por no comer fuera eclipsada totalmente por la desolación de saber que estaba haciendo mucho daño a alguien que seguramente sea la única persona en este mundo que se preocupa por mi.

Asi que una noche sucedió lo inevitable.
Como de costumbre, estaba peleando con mis padres porque querían hacerme cenar y yo me negaba, aferrandome con uñas y dientes a la excusa de que estaba enferma y me dolía el estómago. Recuerdo que se fueron y me quedé sola frente a un cuenco vacío, sonriendo para mis adentros al pensar que me había salido con la mia. Pero no fue así.

En el momento en el que yo me iba a levantar, entró mi madre a la cocina. Tenía los ojos rojos de haber estado llorando. Se me rompió el corazón.
Se acercó a mi, se sentó en la silla de al lado. Yo bajé la cabeza, incapaz de verla tan destrozada y ella, como respuesta, acarició mi cabello con la ternura que sólo una madre podría transmitir en una simple caricia.
"Por favor". Un simple y débil susurro fue lo único que salió de sus labios. Parecía marchita y, desde luego, así me sentí yo al oirla.
"Por favor", repitió, como si viera en mi rostro que aquello estaba derribando el escudo que había construido contra ella.

Una caricia apartó el pelo de mi rostro.

Un beso en la cabeza.

Una lágrima rodando por mi mejilla, sin siquiera darme cuenta de ello, hasta que no se deslizó y aterrizó en mi pijama azul celeste.

Y fue entonces cuando todos aquellos días me pasaron factura. Me sentía tan cansada. Harta de ocultar lo que realmente soy; harta de sentirme sola...
No lo pensé. Creo que en momentos así es dificil pensar en algo concreto. Simplemente rompí a llorar como jamás había llorado antes; y mucho menos en público. Era la primera vez, desde que entré en la adolescencia, que dejaba que alguien me viera llorar.

"No puedo", "no puedo", repetía yo entre sollozos. Mi madre no es tonta, y mas tarde me enteré de que ya sospechaba que estaba enferma desde hacía mucho tiempo, pero esa noche fue la que marcó un antes y un después en mi vida.

~

Dos días después me llevó al médico, y este me diagnosticó Anorexia.

Ya no son Ana y Mia, eso se acabó. Es algo que ya dejé atras y a lo que no pienso regresar.
No hay princesas, sólo niñas que quieren verse hermosas y que se dejan presionar por una sociedad que las incita desde muy jovenes para que se mantengan delgadas, prometiendoles así una vida mas plena, satisfactoria y/o feliz.

Si has venido a este blog en busca de lo mismo que puedes leer en otros lados, ya puedes irte. A partir de este momento, aqui no leerás las maravillas que puedes hacer si no comes, ni dietas absurdas que no funcionan. Ya es hora de hablar claro y de que se sepa la verdad.
Hablaré desde mi punto de vista, hablaré de mis opiniones y experiencias, y también contestaré a cualquier pregunta que me hagais con absoluta sinceridad y siempre tratando de ayudar.




Con esto se despide por hoy esta princesa que despertó por fin de la mentira que la rodeaba y que ahora se siente mas fuerte que nunca.

No soy una princesa, soy una guerrera.









viernes, 10 de enero de 2014

Año nuevo, vida nueva.

Hola, lectores queridos. No, no es una imaginación vuestra. Realmente he vuelto.
   Oh, ¡feliz año nuevo a todos!

Bueno, siento haber tardado tanto en escribir, pero he estado bastante ocupada, hasta para entrar en Twitter, o Ask...

Espero que hayáis pasado unas buenas fiestas, y que nadie haya engordado más de lo que debería. Yo, por lo pronto, me puse como una foca asquerosa y ahora estoy en la fase de reincorporación a mi dieta, la cual me está costando un poco cumplir, ya que he estado mucho tiempo acostumbrada a comer bastante más de lo normal.
Como ya sabréis, no es bueno pasar de comer mucho a no comer nada, porque eso lo único que causa es el puñetero efecto rebote que sé que tod@s odiamos. El truco es empezar haciendo cinco comidas al día; una semana más tarde quitas, por ejemplo, la merienda, quedando así cuatro comidas. Dos semanas después puedes quitar otra, como la media mañana, y ya tendrás únicamente el desayuno, la comida y la cena. Luego puedes dejar el desayuno durante unos días, pero comerlo de vez en cuando. Por ejemplo, yo hago dos días sin desayuno, y al tercero si que tomo algo, pero siempre   que sea ligero.

Eso es lo que hago actualmente.

Pero seguro que hay alguien que me habla del ayuno. ¡No! ¡Eso no sirve para adelgazar! Lo único que haces es morirte de hambre durante unos días, pero luego comes y, aunque sea muy poco, lo engordas mucho más. Lo bueno es comer en pocas cantidades (lo justo, eh. Sin pasarse), tomar mucha fruta, pescado y verdura, y beber agua. 
A parte, está bien abstenerse de comer dulces, pero no elimines el azúcar de tu dieta... Puedes reemplazar la bollería industrial por una pieza de fruta, que además seguro que le sienta estupenda no sólo a tu estómago, sino a tu piel.
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Dicho esto, ahora paso a un plano más personal... Espero que no os importe...
Quería que supieran, quienes me leen, que dejé de autolesionarme. Al principio fue realmente duro, y más de una vez recaí; pero tras unos meses intentándolo con todas mis fuerzas, al final sólo me quedan unas pequeñas cicatrices rosadas en el brazo, mientras que el resto desapareció, gracias a dios...
También quería decir que si alguien que me lea tiene ese problema, creo que debería dejarlo... No solucionas nada haciendo eso, y es tu cuerpo el que lo sufre... No le deseo ese mal a nadie, de verdad. Es algo realmente desagradable y espero que nunca paséis por eso.
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En otro orden de cosas: He descubierto una especie de red social llamada KIK que es algo así como el whatsapp, pero en el que identificas a las personas por su nombre y no tienes que enseñar tu número de teléfono.
Si alguien quiere encontrarme en Kik y hablar conmigo de lo que necesite, buscadme por Thinsprincess69. Ahí estoy disponible casi siempre.
Y con esto finalizo el resumen de hoy. Volveré pronto con más dietas, noticias, o incluso recetas de comida sana.

Un beso, princesas...